Quiero decir algo importante sobre la selección de la AFA (aunque, en realidad, los jugadores no pertenezcan a clubes de la AFA). Daniel Bertoni dijo hace quince días, en Mendoza, que A. Sabella no iba a poder manejar al grupo elegido. Que tampoco lo consiguieron D. Maradona ni el "Checho" Batista.
Ayer empatamos frente a los bolivianos conducidos por un argentino.
El equipo nacional, hoy, debería ser el de Boca (el mejor actualmente) con los refuerzos que quepan. No hay alternativa. ¿Para qué traen a los que están afuera? ¿Para robustecer el negocio de los intermediarios?.
En pos del espectáculo
El fútbol ha perdido su naturaleza de espectáculo popular. Su mercantilización entusiasmó a especuladores y dirigentes; a humildes familias y a niños con talento para lucirse.
El fútbol es un juego por esencia. Lo disfrutan quienes lo juegan y los que lo observan. Se toma partido por una divisa y se puede llenar la vida con ese afecto. En todo el mundo. Argentina vio nacer a un pequeño muy pobre que, gracias a su condición y el medio favorable se convirtió en el embajador argentino más conocido del planeta.
Hoy, las presiones, los reclamos, las urgencias financieras, la ineficacia de los dirigentes lo transforma en un deporte mediocre. Una desmesurada violencia (dentro y fuera de la cancha) niega cada día más la posibilidad del espectáculo. Los clubes de los países menos afortunados sufren la premura de generar y deshacerse de los chicos con talento mientras que en sus campeonatos hacen actuar como fusibles a quienes deben ser orientadores de sus cracks. Los directores técnicos apuestan historia y prestigio personal para probar fortuna y superar la demanda extrema de hinchas y dirigentes.
En el otro polo, en uno de los países con historia (colonialista, si se quiere), el DT del Manchester United cumplió 25 años en la función. Impecable evolución del escocés Ferguson (y a pesar de haber arrancado su carrera con poca suerte).
Toda esa bruma insalubre ha llevado el goce del balompié a su corrupción.
Los equipos de las entidades lejanas a Europa arriesgan cada fecha la permanencia de sus maestros técnicos. Las mismas selecciones nacionales se atan a ese destino.
Se refuerzan las defensas, se abusan de las presiones mediocampistas; se limitan ataques a la chance de los “picheros”.
Se necesita recuperar la fiesta. Hay que instalar esquemas que permitan originar despliegue asociado, mucha dinámica y grandes apetitos de gol.
Una idea. Que los once salgan al rectángulo con alternativas ya planeadas. No se trata de cómo ejecutar un tiro libre , un saque lateral o un córner.
Lo que proponemos es salir a jugar sabiendo desde el vestuario qué hacer con la pelota. Es decir, con quién jugarla. El DT deberá elegir tríos determinados anticipadamente.
Así, el 4 sabrá de entrada que el 7 y el 9 están atentos a su pase; el 5 la jugará con el 8 o el 10. Cambiando el orden, el 8 encontrará al 5 o al 10 esperando su acción.
Estas ternas podrán cambiar en los entretiempos, antes de que los rivales se les acostumbren
Este sistema permitirá ahorrar tiempo y ganar dinámica. Imaginemos lo que tarda un jugador en decidir a quién hacerle el pase. Además, el saber que se puede recibir el balón ya está generando una actitud más definida y un compromiso previsto en quien lo espera.
Los entrenamientos deberán reforzar el concepto y la gestión de esas asociaciones a la vez que los responsables técnicos ahondarán en el progreso individual de sus hombres.
El fútbol tiene que luchar por un futuro de recuperación del espectáculo familiar y popular. Habrá que mejorar la generación del juego y un entorno institucional saneado que sea recurso propicio para ese destino.