Fue una agrupación de valiosas individualidades sin el tiempo para estructurarse como equipo. Ni con Messi, con Agüero, Romero o Tévez.
La AFA aceptó formar un representivo con jugadores que se lucieron en nuestras canchas y que hoy enriquecen a equipos extranjeros. Menos uno de ellos. La Asociación del Fútbol Argentino (como la mayoría de las entidades de esa naturaleza que se dedican a engordar a los clubes más ricos del resto del mundo) temen mostrar lo que existe en casa.
La ida de Batista, campeón mundial, propulsor del semillero quizá más valioso del planeta, el Club Parque (de donde han salido recientemente Riquelme, D 'Alessandro, Placente, los Cambiasso, Tévez, Maradona, Insúa, Gago y muchísimos otros), no pudo o no supo ganar la Copa (lo mismo que le pasó a Brasil, Colombia, Chile o Méjico).
Vale preguntarse entonces cuál es la legitimidad y capacidad de la dirigencia de AFA al elegir y manosear al màximo responsable táctico de nuestro equipo nacional. Es la caterva de mandamases que mandó a River Plate al descenso, que llevó a la bancarrota a casi todos los clubes principales y que se postra ante los poderosos del gobierno de turno o la prensa omnipotente.
La AFA debería limitarse a organizar y coordinar los torneos, repensar y corregir el sistema brutal de ascensos y descensos; salvar al fútbol como espectáculo y, no, arrodillarse ante el mezquino empresariado que se desvive pora enriquecerse con los grandes lavaderos de dinero. Así llevaron a instalar torneos cortos que se ajusten al mercado de los pudientes, liberando jugadores que no son mucho más que una promesa.